Lucas Pinto
Estudiante de tercero BGU
"Corrían las vacaciones de Semana Santa, la noche del 20 de abril de 1906. En el comedor del antiguo colegio San Gabriel, cuyas instalaciones se encontraban justo detrás de esta Iglesia, solo había 35 estudiantes que cenaban luego de una cansada excursión. A la derecha de la mesa, en la pared, colgaba una litografía de la Virgen de los Dolores, un pequeño cuadro que lo habían traído desde Italia, un lienzo que captaba poca atención en el día a día. De repente ella cerró sus ojos y los abrió, como si se hubiese despertado de un largo sueño. Un estudiante se dio cuenta de este suceso y dio aviso a su amigo que cenaba junto a él; de apoco todas las personas que compartían en el comedor quedaron atónitas al ver el cuadro. La Virgen, había tomado facciones humanas abriendo y cerrando sus ojos antes ellos, ante estudiantes de un colegio. A partir de ahí, ella tomó el nombre de la Dolorosa del colegio y fue adoptada como la patrona de los colegios jesuitas.
Una protectora que durante muchísimo tiempo ha logrado cautivar el amor y la devoción de cientos y cientos de estudiantes que empezaron así como ustedes, chucaritos. Aún recuerdo cuando entré por primera vez al Gonzaga, estaba maravillado por ver que disponía de hermosos lugares verdes en los que se podía descansar o a disfrutar con amigos, y por sobretodo, que las aulas en las que iba a estudiar se trataban de cabañas. Pero algo más llamó mi atención aquel día, me quedé pasmado por la pintura de una peculiar Virgen María situado en la pared de la oficina en la que me entrevistaron. No sabía que era lo que me atraía a ella, hasta que me percaté en su mirada. Esta era diferente a cualquier Virgen que había visto…. es la misma mirada que tiene mi mamá cuando intenta consolarme tras un tedioso día.
El primer día de clases descubrí que cada una de las aulas, oficinas y departamentos que posee el colegio tiene un cuadro de la Virgen Dolorosa. Es un detalle algo imperceptible para muchas personas ajenas a la institución y produce un efecto diferente en los estudiantes. Para mí, al llegar a mi curso todos los días y sentir su mirada cada minuto de mi jornada, me recuerda a la forma que tiene mi mamá de alegrarse cuando llego a casa, ofreciéndome un plato de comida.
A pesar que estaba alrededor de 20 días en el colegio como chucarito y que pensaba conocer la mayor parte de la institución, el Gonzaga me volvió a sorprender con la famosa “misa de 20”. Una eucaristía en la que todos los que conforman la institución salen con sus sillas al patio para rendirle un honor a la Dolorosa por su día. Algo que me resultó extraño, pues yo venía de una escuela técnica. Sin embargo, lo más curioso para mí fue notar que a pesar que los cantos de la misa eran poco coreados por los alumnos, todos guardaban silencio para el momento del Himno a la Dolorosa, himno que a mi parecer carecía de ritmo y musicalidad, pero que ellos lo entonaban con vigor como si fuese la mejor canción del mundo. Y ahora puedo decir que sí, es la mejor.
Su letra no me explicaba la razón por la cual todos los Gonzagas la cantan con fervor. Ahora que estoy a dos meses de graduarme, puedo comprender el por qué lo hacen. El himno se trata de una descripción fiel de cada uno de los años que hemos pasado en el Gonzaga. La Dolorosa del Colegio, es la madre que nunca podremos olvidar porque es la que nos cuida y hace de sereno muchas veces en las largas y tediosas noches de desvelo por deberes, al momento de prender carbón en un campamento, en una salida con amigos, en cualquier lugar ella está ahí para alumbrarnos desde su altar. Ella es nuestra madre chucaritos, es nuestra Lolita y su amor jamás nos abandonará porque bajo su manto sagrado, nuestras madres aquí nos dejaron. Es algo muy difícil de explicar con palabras lo que he vivido en el colegio por la Lolita, experiencias como escribir mi carta hacia ella y estar a la expectativa, tras 6 años, de volver a leerla; en las tardes de encuentro personal que tienes en ejercicios espirituales; o aquellas tardes que realizas FAS con un niño; estas y muchas otras son sentimientos que sólo con el pasar del tiempo lo van a entender; son experiencias que deben vivirlas para que puedan decir con convicción: Señora ya eres mi madre, no me abandone tu amor.
Tengo una religiosidad católica por mis padres, pero realmente la devoción a la Dolorosa es algo que nace en el corazón. Tal vez es lo único que no he visto, pero lo he sentido. Es como una ge verdadera y es lo que me ha permitido tener una vida tranquila y serena. Sí es verdad, el colegio nos ha enseñado muchas cosas sobre ella, de cómo se hace presente día a día en el colegio e incluso como se manifiesta por medio de nuestras mamás. Pero el colegio jamás te obligará a quererle, porque si de algo estoy seguro es que el amor que sentimos a la Lolita como estudiantes del Gonzaga es auténtico y se trata de decisión tal cual lo dice el himno: hoy soy tu hijo, hoy yo te adoro, pero mañana, dentro de un año, dentro de 20…ahí ¿te querré?
Chucaritos hoy empieza su decisión si adoptarla a ella como madre o no. Yo la acepté hace muchos años, cuando estaba ahí sentado junto a mis padres como lo están ahora ustedes y hoy no puedo negar que soy su hijo y que en sus brazos se pasó como un sueño mi niñez. "
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